Diálisis y Trasplante Renal

Los únicos tratamientos para la enfermedad renal terminal son la diálisis o el trasplante de riñón.

Usted debe empezar a prepararse para la diálisis antes de que sea absolutamente necesario. La preparación incluye aprender acerca de la diálisis y los tipos de terapias con ésta, al igual que la colocación de un acceso para dicha diálisis.

El tratamiento generalmente incluye un IECA, un bloqueador de los receptores de angiotensina u otros medicamentos para la hipertensión arterial.

Tal vez necesite hacer algunos cambios en su dieta:

  • Consumir una dieta baja en proteínas
  • Obtener suficientes calorías si está bajando de peso
  • Limitar los líquidos
  • Limitar la sal, el potasio, el fósforo y otros electrolitos

Otros tratamientos pueden abarcar:

  • Calcio y vitamina D extra (siempre hable con el médico antes de tomarlos)
  • Medicamentos especiales llamados enlaces de fosfato, para ayudar a evitar que los niveles de fósforo se vuelvan demasiado altos
  • Tratamiento para la anemia, como hierro extra en la alimentación, comprimidos de hierro, inyecciones especiales de un medicamento llamado eritropoyetina y transfusiones de sangre
  • Hay diferentes tratamientos disponibles para los problemas con el sueño o el síndrome de la pierna inquieta.

Los pacientes con enfermedad renal crónica deben mantener al día las vacunas importantes, como:

  • Vacuna contra el H1N1 (gripe porcina)
  • Vacuna contra la hepatitis A
  • Vacuna contra la hepatitis B
  • Vacuna antigripal
  • Vacuna antineumocócica de polisacáridos (PPV, por sus siglas en inglés)
  • Grupos de apoyo

Pronóstico:

Sin diálisis o un trasplante de riñón, la muerte se presentará por la acumulación de líquidos y productos de desecho en el organismo. Ambos tratamientos pueden tener riesgos y consecuencias graves. El pronóstico es diferente para cada persona.

Posibles complicaciones:

  • Anemia
  • Sangrado del estómago o los intestinos
  • Dolor óseo, articular o muscular
  • Disfunción cerebral, confusión y demencia
  • Cambios en los niveles de electrolitos
  • Cambios en el azúcar (glucosa) en la sangre
  • Daño a los nervios de las piernas y los brazos
  • Acumulación de líquido alrededor de los pulmones
  • Complicaciones cardiovasculares
  • Insuficiencia cardíaca congestiva
  • Arteriopatía coronaria
  • Hipertensión arterial
  • Pericarditis
  • Accidente cerebrovascular
  • Hepatitis B, hepatitis C, insuficiencia hepática
  • Hiperparatiroidismo
  • Aumento del riesgo de infecciones
  • Desnutrición
  • Niveles de fósforo que se vuelven demasiado altos
  • Niveles de potasio que se vuelven demasiado altos
  • Convulsiones
  • Resequedad de la piel, picazón o rascado que lleva a infección cutánea
  • Debilitamiento de los huesos, fracturas, trastornos articulares

 

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